miércoles, 31 de marzo de 2010

En el confesionario

Padre, perdóneme porque he pecado (voz femenina)- Dime, hija, ¿cuáles son tus pecados?- Padre, el demonio de la tentación se apoderó de mí, pobre pecadora.- ¿Cómo es eso, hija?- Es que cuando hablo con un hombre tengo sensaciones en el cuerpo que no sé como describirlas….- Hija, por favor, que también soy un hombre…- Sí, padre, por eso vine a confesarme con usted.- Bueno hija, ¿y cómo son esas sensaciones?- No sé cómo explicarlas, por ejemplo, ahora mi cuerpo se rebela a estar de rodillas y necesito ponerme más cómoda.- ¿En serio?- Sí, quiero relajarme y quedarme tendida…- Hija, ¿tendida cómo?- De espaldas al suelo, hasta que se me pase la tensión…- Y qué más?- Es como que tengo un sufrimiento que no le encuentro acomodo.- ¿Y qué más?- Como que espero un poco de calor que me alivie…- ¿Calor?- Calor, padre, calor humano, que lleve alivio a mi padecer…- ¿Y cuán frecuente es esa tentación?- Permanente, padre, por ejemplo, ahora me imagino que sus manos sobre mi piel me darían mucho alivio…- ¡Hija!- Sí, padre, perdóneme, pero me urge que alguien fuerte me estruje entre sus brazos y me dé el alivio que necesito…- ¿Por ejemplo yo?- Por ejemplo, usted es la clase de hombre que imagino me puede aliviar.- Perdóname , hija mía, pero necesito saber tu edad…- Setenta y cuatro, padre.- Hay Hija, vete en paz y no estés chin....do que lo tuyo es reumatismo…

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